Friday, November 2, 2012

Un talento que se fue al cielo


En la tempestad de la vida corporativa, de la rapidez con la que pasa el tiempo y de los intensos requerimientos para responder con agilidad, precisión y a la primera a las exigencias del ritmo de los negocios, sucedió algo inesperado para muchos en esta historia.

Aquel día un área en particular requería de un talento, de una persona que fuera capaz de cubrir los requisitos fundamentales para volverse ejecutivo de esta organización. Esta vez se solicitaría la ayuda de una empresa especializada en búsqueda de altos ejecutivos. Cada uno hacía su parte, la organización se reunía con quien sería el jefe de esta posición para delinear aquellas cosas que tendría como retos. No iba a ser fácil, se requería de un gran carácter para darle la vuelta a la situación que se tenía en ese momento.

Muchas cosas se complicaban, las negociaciones internas, el conocimiento técnico su capacidad para liderar a un equipo complejo y experiencia en el ramo. Por supuesto debía ser bilingüe, y hacer “click” con la organización y el jefe. Cosa sencilla de pedir, sin embargo, difícil de encontrar… Los que se han dedicado a esto saben lo que significa encontrar talento.

Un día esta empresa dio con un candidato que parecía cubrirlo todo, una sorpresa en el mercado, el aspirante tenía una luz que le permitía guiarse con naturalidad en las conversaciones por las que pasaba en su proceso. La expresión común de quien era parte de la terna de entrevistadores era “me encantó”. Headhunter y empresa estaban en el círculo perfecto.

Cuando el proceso terminó y era tiempo de hacer la oferta al candidato, una noticia inesperada cubrió de sombras el momento. En una conversación el esfuerzo aplicado a esta búsqueda era mínimo frente a lo que les esperaba escuchar.
Una conclusión intempestiva, el candidato murió. ¿Cómo? ¿Cuando sucedió? Se había entrevistado un viernes y el lunes siguiente, formaba parte de otra historia, de la vida eterna.

El shock llegó de diferentes maneras a cada uno de los participantes en esta historia. Por supuesto primero a la madre sorprendida que respondió el teléfono aquella tarde y a la novia que esperaba ver de regreso en su ciudad a su prometido.
A la organización que sabía que un talento, no entraría a sus filas sino que había sido dirigido hacia otro lugar. A un headhunter que no sabía como explicar lo sucedido. Un talento se había ido al cielo… Aquella organización le conoció únicamente por tres días y él se encargo de brindar grandes enseñanzas en su camino.

¿Por qué vives tan deprisa? ¿Quién te persigue? ¿En dónde está lo importante? ¿Qué es lo que valoras?

La serenidad es una gran virtud que aunque difícil de encontrar te conduce a la sabiduría para vivir. Las prisas, el ritmo acelerado parece por un momento ser lo de hoy, la métrica que dice qué tan exitoso eres en esta vida.

Lo cierto es que en la expresión “sin prisa y sin pausa” existe una gran verdad. Tu talento debe irse al cielo, justo cuando sea el momento correcto para ello. Aprendizajes van y vienen definitivamente, sirva este documento para recordar a este talento, para agradecerle el paso por esta vida y por hacerme recordar que lo importante es más, mucho más que lo urgente.

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